Secretos del Victoria’s Secret Fashion Show: curiosidades de un espectáculo irrepetible
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Durante más de dos décadas, el Victoria’s Secret Fashion Show convirtió la lencería en un espectáculo global: música en vivo, alas monumentales y un despliegue televisivo que marcó la cultura pop. Detrás de las luces hubo logística extrema, artesanía de lujo y pequeños rituales que ayudan a explicar por qué el show se volvió mítico. Estas son sus curiosidades más jugosas.
Alas con ingeniería propia. No eran simples accesorios: algunas superaban los 15–20 kilos y se construían con estructuras de fibra, metal ligero y arneses ocultos. Las modelos ensayaban días la postura y la cadencia para que el peso no “rompiera” la silueta en cámara.
Couture de lencería. Piezas bordadas a mano, pedrería y plumas reales requerían cientos de horas de trabajo. Cada look tenía un equipo de modistas, plumassiers y joyeros. Muchas prendas se diseñaban para durar apenas minutos en pasarela… y vivir para siempre en foto.
El mítico Fantasy Bra. Más que un sostén, era una pieza de alta joyería con miles de gemas montadas en oro. Su precio alcanzó cifras millonarias y se presentaba como el clímax de la noche, reservado a una de las modelos estrella.
Coreografías milimétricas. El desfile se dividía en “segmentos” con temáticas y música propias. Pasos, sonrisas y miradas se cronometraban para coincidir con el golpe de cámara y la actuación en vivo del artista de turno.
Backstage contrarreloj. Cambios de look en 90–120 segundos: equipos de vestuario trabajaban por zonas (alas, corsé, zapatos), mientras maquillaje y pelo retocaban en marcha. Todo etiquetado, todo numerado.
Casting relámpago, impacto duradero. La famosa “walk” de segundos decidía puestos soñados. Más allá del espectáculo, el show catapultó carreras y definió tendencias de belleza de su época.
Producción como un concierto. Para la versión televisiva se grababan pases múltiples el mismo día; así se aseguraban tomas perfectas, cortes limpios y una banda sonora impecable.
Temáticas y mundos en miniatura. De fantasía barroca a athleisure brillante: cada segmento tenía su propio moodboard de colores, texturas y luces. Hasta el perfume ambiental se ajustaba al “universo” del look.
Legado visual. Más allá de polémicas y cambios en la industria, su estética —alas, brillo y narrativa pop— influyó campañas, desfiles y la manera de pensar la moda como entretenimiento.
Un show pensado para durar una hora… y para quedar grabado en la memoria visual de toda una generación.